12va Edición Premio Henri Matisse 2010

2do Premio - Henri Matisse 2010
Manzana de la Rivera
Octubre, 2010

El día miercoles 13 de octubre de 2010 y a partir de las 14:30 hs., en el local de la Manzana de la Rivera, se han reunido los miembros del Jurado para analizar, deliberar y seleccionar, entre 36 artistas participantes, las obras ganadoras de la Duodecima Edición del Premio Matisse.
Siendo las 18:30 hs., el Jurado, constituido por Marcos Benítez, Juli Susin, María Eugenia Ruiz y como Observadores, Nathalie Lacoste, Odette Timmermans y Mónica González, falla la versión del Matisse 2010 y dictamina: 
PRIMER PREMIO: Marcelo Medina, con dos obras: De la Serie “Theatrum Mundi” - pinturas 
SEGUNDO PREMIO: Andrea González Quiroz con dos obras: "Intemperie" - instalación y “Apyka” - instalación 
Igualmente, el jurado, por unanimidad, otorga Mención de Honor a Daniel Mallorquin, con una instalación 
Y Menciones Ana Ruiz Díaz, con obra en formato video, Fidel Fernandez, con pintura, Gabriela Ramos , con una instalación, Ruth Estigarribia, con una instalación. Además, siguiendo las bases del Premio, fueron seleccionadas las otras obras que formarán parte de la exposición de cierre, el día 19 de octubre en la Manzana de la Rivera, que son las siguientes: Arnaldo Cristaldo, con una instalación, Flavio R.Giménez, con una instalación, José Eduardo Ayala, con fotografía, Ester Mendoza, con una obra en formato video, José Bogado, con una obra en formato vídeo, Laura Vera, con una instalación


Todas las cosas tienen una doble faz: una cotidiana, polvorienta y otra espantosa, poética
Es difícil medir el coraje que necesita el artista para defender sus posiciones conservando la apariencia de quien juega y sueña, con el corazón henchido, como la naturaleza, de toda clase de venenos y remedios.
en un paisaje invadido por la belleza y la desdicha, él avanza, tropieza y continúa. sabe que existe un punto donde la percepción se abre como un tejido que se rasga, de tal manera que ya no sabe si ha surgido de su propio corazón o de esa estrella que repentinamente hace desplegar las imágenes, recobra antiguos signos desaparecidos en la violencia, trastoca las máscaras y libera los hielos.
Lo avistamos en el horizonte sobre su caballo arrebatado que avanza siguiendo los meandros circulares. Todo en derredor, autos, tiendas negras y paralelepípedos varios, vuelan en la ingravidez, rodeados de perros y otros accesorios indispensables, que hablan y sólo responden al llamado. El jinete avanza siguiendo meandros circulares y su caballo multicolor se desboca hasta llegar a nosotros.
Entonces se detiene inmóvil, como una especie de hada inspirada y levanta su visera.

Juli Susin
Jurado del Premio Matisse 2010
invitado por la Embajada de Francia en Paraguay

 "Premio Henri Matisse 2010"
Alianza Francesa, lectura del fallo del Jurado

Marcelo Medina y Andrea González Quiroz

Daniel Mallorquín, Marcelo Medina, Andrea González Quiroz, 
Ana Ruiz Díaz y Gabriela Ramos


Las obras presentadas en la 12va Edición del Premio Matisse 2010
Intemperie

Instalación, 2010

Dimensiones variables
 300 piezas blancas, instaladas en una fila irregular, en un espacio habitualmente transitado.

Intemperie: destemplanza, desigualdad del tiempo, exterior. A la Intemperie: al descubierto, sin techo, sin abrigo.
Intemperie resulta de ver la ciudad, la gente que la puebla, de entrar en contacto con las personas, de conocer sus nombres y escuchar sus historias.
En una misma ciudad existen muchas “ciudades”, cada una refleja una realidad propia; al reconocerlas la ciudad se vuelve más “grande”, mas vivible.
Intemperie resulta, también, de lo lúdico: armar cada pieza a partir de cosas inconexas, volver a la infancia y jugar a las muñecas, pero con muñecas más reales, vestirlas, caracterizarlas con atributos y nombrarlas.
Finalmente, se resignifica: el desecho vuelve al piso, su lugar de origen, pero como otra cosa: como un colectivo de mujeres que transitan por la ciudad y recolectan, como un registro de este tiempo y –quizás- la necesidad de que algo permanezca inmutable en lo transitorio.
Intemperie habla de mujeres que van, bajo un mismo cielo, en busca de lo que son; en cada una, una “ciudad” y en todas ellas me reconozco.
Las 300 piezas que forman la instalación, están hechas de desecho: botellas de plástico, frascos de vidrio, pedazos de juguetes, etc. recolectados -de la calle, de las casas de mis amigos, de mi casa- específicamente, para convertirse en Intemperie


Apyká - 2° Puesto Premio Matisse 2010
Objeto Instalación
laptop intervenida con EPS (Poliestireno Expandido), el mismo del embalaje de la laptop,
convertido en base o patas.
Apyká expone dos culturas, las compara, las une.
Por un lado la de los Paï Tavyterä, y su ritual que ha resistido al poder de otras culturas y al paso del tiempo
Por el otro, la de los “blancos”, que crean nuevos rituales, también de iniciación en ese otro paraíso: el virtual… antes al despertarse abrían las ventanas de la casa, ahora abren ventanas virtuales…
En ambas culturas, el ritual responde a una necesidad.
En ambos rituales, se hace un paréntesis a una “realidad” y se ingresa a otra
En ambas realidades, una persona es una palabra-alma en busca de un asiento.


En "Apyká" aparece el siguiente texto:
Kunumi Pepy es el ritual de iniciación de los Paï Tavyterä, la traducción interpretada es “un lugar para si mismo”
Cada padre Paï realiza para su hijo –de madera de cedro, árbol sagrado de los guaraníes- el apyká (asiento), que será utilizado en este ritual: el niño se convertirá en Paï, pasando directamente de la infancia a la adultez.
El día de la perforación de los labios, los niños esperan temerosos el momento en que su palabra será provista de “asiento”
Los ancianos de la tribu perforan el labio inferior con una espina y se coloca el tembetá o labrete – distintivo del adulto guaraní-. Después de la medianoche, los niños son despertados y llevados hasta el centro del espacio ritual para ocupar su apyká
Desde ese momento el niño ya es adulto, y debe valerse por si mismo.
El kunumi pepy es también el desprendimiento de los padres de sus hijos.
Las mujeres no participan del ritual, solo pueden entrar una vez finalizado.
Cada madre corre al encuentro de su hijo, lo toma en brazos y le proporciona el alimento y los cuidados hasta que la herida cicatrice.
En esta cultura, el Paï es el adulto o una palabra-alma que tiene un lugar, un asiento, un apyká.

Inauguración de la muestra y entrega de premios de la 12va Edición Premio Matisse 2010:
Juli Susin, el Embajador de Francia Gilles Bienvenu, Eneide Boneu, María Eugenia Ruiz y Osvaldo Salerno
 
En la muestra de las obras premiadas en la Manzana de la Rivera;
Gabriela Ramos (Mención Premio Matisse), Ofelia Olmedo y Andrea González Quiroz

Notas sobre el Premio Matisse 2010

Transitorio

Muestra conjunta de Andrea González Quiroz y Ana  Ruiz Díaz 
Curatoría Carlos Sosa
Planta Alta 
Octubre, 2010


Texto curatorial
Espesuras del sentido
En la encrucijada de dos modos procedimentales de configuración radicalmente opuestos, la densidad hermética del eterno rehacerse de las cosas, como aventura del sentido, da la primera herramienta de la consistencia estética de la propuesta. Ahí donde la imagen virtual tecnológica de Lecciones de vuelo cautiva un acontecimiento cotidiano, aparentemente banal, la materialidad objetual de Intemperie pretende hacerse, acaso para domesticarlo, del misterio del devenir. Es claro entonces que los desencuentros en la materialización de ambas obras encuentren en el meollo de la evocación del sentido la correspondencia argumental vinculante.
Primera nota. Por regla generalizada, la mirada del artista transfigura lo banal en arte. La imagen de pájaros ensayando el primer vuelo –metáfora del devenir- se nos plantea en encuadres urbanos diferentes: en el pavimento, en el ático de un edificio y en el borde de una aguada. Situaciones que son enfatizadas interviniendo la imagen con color y línea; elementos que recuerdan, en su literalidad, los rudimentos primeros de la imagen histórica del arte e inscriben con potencia intencional la voluntad de la artista ante la soberbia rampante tecnológica. De hecho, el gesto libera al registro del “mero vuelo” y señala el desafío que supone asumir el devenir vital del sentido como deconstrucción frágil e inevitable.
Segunda nota. Extrañas figuras sinecdóticas  -¿esculturas?-   evocan  lo femenino en su rudimentaria y caliza configuración. Ubicadas en un tramo de escalera -¿salen, entran?- acaso inician el rito cotidiano de rehacerse para ser; cuestión patente y sugerida en los muchos fragmentos que las constituyen, y que la misma  intemperie cincela con el rigor de lo real en plena puja con lo ficcional liberador. De ahí que las figuras pongan a raya los modos de configuración tradicionalmente fluctuando entre lo ideal y lo real representacional: el cuerpo en plena  intemperie es apenas la plástica y quebradiza piel que vela los misterios insondables del alma y la identidad en la vorágine de lo espacial temporal de nuestros días.
Por otro lado, la muestra, cuyo soporte lógico constituye la misma estructura urbana, es propio del arte contemporáneo que promueve instancias estéticas participativas, en las que el artista es apenas un agente disparador, que resigna su intencionalidad primera y rectora -¿muerte del artista?- pero que se integra y reencuentra en los varios modos de ser de la construcción de un sentido posible en la dimensión de lo social compartido y crítico.

Carlos Sosa
As., octubre de 2010


Arrojando intemperie escalera abajo
Lia Colombino

Estar a la intemperie. Ser intemperie. Arrojar intemperie.
Andrea González vive muy cerca de la Chacarita y de Pelopincho; su paisaje, el que se ve desde la puerta de su casa, consiste en coches que pasan raudamente por la curva que desemboca en la Estación de Tren. Como si se tratara de un tiempo inserto en otro, el paisaje se rallenta cuando, aparte de los autos raudos, pasan los carritos de recolectoras de desechos.
Mujeres ellas, que llevan consigo a sus hijos e hijas, y hasta a sus mascotas, y van recolectando, tocando puertas, buscándose la vida en aquello que el resto saca de circulación.
Lo que se saca de circulación en una escena, sirve en otra. Ese objeto o material sacado de circulación vuelve a entrar, pero a otro círculo. Vuelve a valer. Ellas restauran su valor como objeto de cambio. El desecho es vuelto a aceptar por otro sistema de utilidades, es resignificado al entrar en otro orden de cosas.
Tal y como estas mujeres, Andrea González recurre al mismo gesto de estas mujeres: recolecta lo que otra persona sacó de circulación, se vincula de manera estrecha con ellas, las que pasan por enfrente del lugar donde ella vive, mira, y duerme. Andrea habla con ellas, algunas veces las acompaña y cambia papel por cartón. Andrea también reúne y clasifica.
Vuelve la mirada sobre aquellas cosas que ha colectado y retrata. Retrata mujeres. Con el yeso las restaura, restaurándoles la piel. Las viste y si pudiera darles de comer, lo haría.
Casi como jugando a las muñecas, las decora, les dota de atributos para que cada una represente a alguien en particular.
Cada subjetividad está allí, bajando o subiendo una escalera. Un ejército de pequeñas muñecas blancas, arrojando intemperie al que logre subir o bajar con ellas.
  
La Iluminación de Intemperie es de Santiago y Manuel Schaerer